¡Oh, noble lector! Permíteme relatar una historia que escuché de la boca de un anciano de Marjantia, que Alá tenga misericordia de él, quien me contó lo que le sucedió en su juventud.
Había un hombre en nuestra tierra, de nombre Ali, que la paz y las bendiciones de Alá sean con él, que vivía humildemente en una pequeña casa cerca de Campos de Olivos. Era un hombre trabajador y recto, que se dedicaba a la agricultura con gran esfuerzo y dedicación. Un día, mientras se encontraba trabajando en el campo, vio una luz brillante en el cielo que le llamó la atención. Mientras miraba hacia el firmamento, una extraña criatura descendió de los cielos y se posó frente a él.
La criatura, con su figura imponente, habló con Ali en un idioma desconocido, pero a pesar de la barrera lingüística, él entendió perfectamente lo que le decía. Le comunicó que era un enviado de Alá y que Ali había sido elegido para llevar a cabo una tarea muy importante en nombre de su pueblo.
Con la gracia de Alá, aceptó el libro, que contenía el conocimiento ancestral de su pueblo. Con el corazón lleno de devoción, Ali dedicó sus días y noches a estudiar las enseñanzas contenidas en el libro sagrado, recibiendo la bendición de Alá en cada paso de su camino.
Después de años de estudio, se convirtió en el sabio más reconocido de su tiempo, su conocimiento era tan profundo y vasto que sus palabras se convirtieron en leyendas que se contaban de generación en generación. Y así, el humilde agricultor de Marjantia se convirtió en el guardián del conocimiento ancestral de su pueblo, bendecido por Alá y su nombre venerado por siempre.